domingo, 18 de agosto de 2013

ॐ DOLOR, LESIÓN Y LA REVOLUCIÓN CALMADA DE YOGA

Por: Matthew Champoux.

Robert Thurman ha estado defendiendo el poder de una revolución calmada para lograr un cambio en nuestro mundo a través del desarrollo de una sociedad consciente. Este es un proceso revolucionario no-violento y es una condición emergente que surge de lo micro a lo macro a través de decisiones tomadas por las personas arraigadas en el espíritu de la creación de una sociedad ilustrada. Thurman dio recientemente una charla brillante titulada “Revolución calmada y la era de la sabiduría”, que está en YouTube.
La reestructuración a gran escala en la sociedad a menudo ha sido iniciada a través de una Revolución Candente (violenta) y los seres humanos tienden a hacer lo mismo en un esfuerzo de cultivar el cambio en sus cuerpos y mentes a través de yoga. El yoga es un proceso que puede servir para reestructurar cómo nos relacionamos con nuestra mente y cuerpo, y tiene potencial de lograr un cambio que nos mueva desde los estados de ser habituales a la plena atención. Privación, maltrato, y patrones emocionales negativos, acciones y pensamientos violentos a menudo acompañan la incursión inicial en el proceso de nuestra práctica de yoga, por el hecho de que estas emociones a menudo se encuentran inmediatamente debajo de la superficie de una fachada contenta. Usando la Revolución Calmada de Thurman como telón de fondo, me gustaría ver el resultado principal de una revolución candente en yoga, que es la lesión y el dolor acompañante, y también ver su antídoto, la Revolución Calmada.
En el contexto del yoga postural, la Revolución Calmada se puede definir como el proceso por el cual cambio se produce en el cuerpo, resultando en dominio cada vez mayor de la asana (postura que es fuerte, estable, radiante y gozosa), y que apoya a la mente para generar cantidades cada vez mayores de compasión y sabiduría. Esto puede suceder rápidamente o lentamente. “Calma” no necesariamente significa lenta.
Personalmente me he beneficiado de todas las variedades de yoga que he estudiado (Ashtanga, Iyengar y Anusara), pero a largo plazo el “recipiente” de la serie de Ashtanga Vinyasa ha tenido la apelación más fuerte para mí. La serie de Asthanga se siente como si una comunidad de ancianos me sostienen, dando espacio y creando un entorno para estudiar el funcionamiento de mi cuerpo, mente y ego.
Como practicante de Ashtanga Vinyasa, no soy ajeno a los estereotipos que existen: de que la práctica causa lesiones, de que fue diseñada para muchachos de 12 años de edad, etc. Como maestro, me entristece cuando los estereotipos se hacen realidad y cuando la gente hace daño a sus cuerpos con su esfuerzo comprometido de completar la serie. La serie también me hace desafiar mis ideas de lo que es físicamente posible, y en este proceso de trabajar al borde o extremo, yo también me he lesionado a mí mismo—aunque nunca de una forma debilitante como el romperse un menisco. He tenido desajustes en el cuello, espasmos en la espalda,  dolores misteriosos de los hombros, entumecimiento de las líneas de la fascia, problemas con los tendones de la corva, cosas de la cadera, y problemas en el sacro. Lo que sea, nómbrelo.
Sin embargo, lo importante es que me he movido a través de estas experiencias y la práctica ha seguido evolucionando. Me he movido a través de la lesión y el dolor, y quiero asegurarles que continuar hacia adelante, con ciega devoción a la “mula bandha” no hará que las lesiones o el dolor resultante desaparezcan. Por otra parte someterse a uno mismo a una asistencia fuerte de un maestro, sin comunicar lo que esta sintiendo es una gran manera de hacerse daño. Hablen con sus maestros! Hay opciones mucho más dulces en la vida que despertar con el olor de una articulación sacro ilíaca friéndose en la cocina de su tapete de yoga por la mañana. La frases famosas de Pattabhi Jois, “99% de teoría, 1% de práctica” o “Practique y todo vendrá”  han sido utilizado por los estudiantes para justificar la diligencia en la práctica,  que es en sí  buena, pero  puede darse a expensas de una experiencia de dolor en el cuerpo debido a la mucha fe y poca razón. El uso eficaz de la razón proporcionará un rico paisaje en el cual se cultive la apertura del corazón, experiencias y conocimientos que forman parte integral del proceso del yoga.
Aunque las razones de empezar yoga al inicio son tan diversas como las personas que escogen la práctica, muchos de nosotros hacemos nuestro camino al tapete con la intención de disolver o hacerle frente al dolor. Quizás incluso hasta el dolor relacionado con lo que Ajahn Chah llama “la contracción de la encarnación.” Ya sea dolor debajo de la espalda baja, dolor del cuello o dolor de las extremidades, es mejor que estas experiencias sean excluidas de la ya suficientemente difícil experiencia que se llama, vida.
En el presente nos enfocaremos, a observar el dolor en lo referente a las lesiones y como un fenómeno emergente de las mismas. En otras palabras, el dolor que proviene de un patrón habitual de movimiento o estrés que está causando daño a alguna parte del cuerpo, por ejemplo:  espalda, sacro, cuello, hombros, etc. En este plano, me interesa el cómo nuestras creencias que rodean el dolor y el sufrimiento se relacionan con nuestras experiencias de yoga. Mientras que el surgimiento del dolor emocional es normal en la práctica, no hay ninguna razón por la que dolor físico sea el arroz y frijoles de su experiencia.

Entonces, si estoy experimentando dolor en mi práctica, ¿dónde empiezo?
En primer lugar el dolor resultante de una lesión a raíz de  yoga, probablemente va a requerir  reorientar  la práctica en base a la alineación y de hacerse una pregunta muy importante a sí: ¿Quiero practicar para largo plazo, o me sentiría bien dejando atrás esto que me trae tanta alegría? Si no nos hacemos estas preguntas y decidimos no trabajar de forma inteligente con nuestras lesiones, entonces solo estamos dando de comer con cuchara a nosotros mismos el zumo del samsara, o la existencia condicionada. Aprender a mover nuestros cuerpos correctamente alineados nos permite canalizar la energía de la gravedad cuando se mueve a través de nuestro cuerpo, la cual se crea mediante el trabajo de la acción y contracción, y dentro de la direccionalidad de la asana. La canalización eficaz de  energía, o “buena alineación” va a evitar el estancamiento y la interferencia en las áreas débiles de nuestro sistema. “Débil” en  yoga no es decir “Tienes músculos débiles,” pero más a menudo es relacionado con lo que para nosotros viene con facilidad: las áreas que naturalmente son más flexibles.
Sin embargo, la debilidad también puede venir por ser duro o rígido,  ya que al tratar de liberarse de la rigidez, la libertad que emerge en los tejidos con frecuencia se presenta en manera desigual y al costo de la integridad de los sistemas circundantes. En Yoga las lesiones no-agudas por lo general surgen de los patrones crónicos de movimiento que vierten la energía del cuerpo en un área en particular del cuerpo(por ejemplo, interfiriendo con el sacro lumbar o  la coyuntura torácica 1 durante las flexiones hacia atrás), en lugar de permitir que se mueva con gracia a lo largo de todo el sistema (por ejemplo, mantener la canalización activa de  la energía en las vueltas hacia atrás a través de los puntos “articulados” en la columna vertebral mediante el uso apropiado del coxis, suelo pélvico, las líneas del psoas, y la caja torácica para crear un arco limpio y radiante). Aprender la alineación adecuada es el primer paso para abordar las causas del dolor. El aprendizaje de correcta alineación requiere de un buen maestro y una actitud receptiva a las enseñanzas (¡la curiosidad y el buen sentido del humor!). Como dijo mi maestro Richard Freeman:
“La apropiada alineación es vital para mantener una práctica duradera. Y con la actitud correcta, la alineación apropiada no se siente como trabajo, sino que es la unión de los patrones opuestos que se traduce en una postura suave e incluso integrada”.


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